el guiño

ye despunta el sol al sombrerero de la montaña

ya lo ladea

llega y vacía mi hogar

acomoda las cicatrices

pone en realidad

sólo me redunda

la misma pobreza

la misma ansiosa humildad

sin hacer de a peso la vida

ni pedirle las gracias a nadie

empezando por Dios.

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